El nuevo Gobierno de la Presidenta Laura Chinchilla tiene por delante una tarea que ya no puede ser postergada por más tiempo: el saneamiento urgente del Ministerio de Salud. Durante la campaña electoral esta cuestión estuvo tratada muy levemente, por diversas razones, pero inmediatamente después de los comicios ha saltado definitivamente a la escena pública.
Dos alarmas han sonado estruendosamente. La primera, consistió en la emisión del Informe de Evaluación sobre el cumplimiento de las metas del Plan Nacional de Desarrollo, que realiza MIDEPLAN, donde corresponde al Ministerio de Salud el dudoso honor de ser la institución con el menor cumplimiento de metas del PND. La segunda, el Informe de la Auditoria Interna, donde se cuestiona los procesos de contrataciones realizados para realizar consultorías que propusieran cómo llevar a efecto el proceso de reorganización interna del Ministerio. Varios medios han colocado al Ministerio en el ojo del huracán mediático por dos semanas, acompañado por las criticas desde las organizaciones sindicales.
Es decir, existen síntomas suficientes como para poner atención a la afección que está presentando el Ministerio. Y cuando se examinan las previsiones que tiene la institución para los años sucesivos, la preocupación crece considerablemente. Dicho en titulares: el Plan Nacional de Salud y Lucha contra la Pobreza que plantea el Ministerio de Salud no enfrenta seriamente ni la problemática actual de salud, ni las necesidades organizacionales del sector social y lucha contra la pobreza. Todo un logro.
Ahora bien, lo cierto es que las dificultades que enfrenta el Ministerio de Salud no son sólo responsabilidad de su dirección actual, sino que esa responsabilidad la comparte con el conjunto del Gobierno y especialmente con el Presidente de la República, que es por ley la autoridad máxima de cada sector.
En realidad, una parte importante de los problemas actuales del Ministerio proceden de las consecuencias no buscadas de haber logrado un liderazgo fuerte en el sector. La actual titular de esta cartera, Maria Luisa Ávila, dio muestras tempranas de clara determinación de hacer del Ministerio una verdadera autoridad rectora. Para ello, se propuso una reorganización institucional a fondo. Pero todo indica que, a sabiendas de algunos conflictos de intereses, contrató al sector de Ingeniería de la UCR para realizar esta tarea por una cantidad considerable. Hoy Auditoria interna cuestiona esos procedimientos.
Pero, además, cuando estaba culminando ese proceso de reorganización, le cayó encima un regalo tan imprevisto como envenenado: la rectoría del sector social y lucha contra la pobreza. Esta responsabilidad, por sobrecargo, le fue asignada como consecuencia de una de las crisis políticas más fuertes sufridas por la Administración Arias: la que refiere a la renuncia del Ministro Fernando Zumbado, por acusaciones sobre el manejo de consultorías del BCIE. Hay que recordar que Zumbado había sido nombrado como Ministro de Vivienda, pero al mismo tiempo como el rector del área social y lucha contra la pobreza. Y que ello guardaba relación con el hecho de tener un liderazgo fuerte en el área de gobierno; una fortaleza que le llevo a cometer su mayor error: comenzar a pelear demasiado rápido la sucesión de Oscar Arias.
Con la caída del Ministro Zumbado, el Presidente Arias comenzó a buscar una alternativa para alojar la rectoría de lo social sin cambiar de criterios: buscar un Ministro (o Ministra) con liderazgo en la opinión pública. Y después de sopesar varias opciones, le planteó la responsabilidad a la Ministra de Salud, María Luisa Ávila. La propuesta tuvo el consenso en el sector social como solución de emergencia, para seguir planteándose el objetivo –planteado en el Plan Nacional de Desarrollo- de constituir más adelante una autoridad social consistente y estable.
Sin embargo, pronto fue evidente que la Ministra comenzó a imaginar la adquisición de la nueva responsabilidad como parte del proceso de reorganización general del Ministerio. Es decir, comenzó a considerar que la propuesta coyuntural podría convertirse en estructural: el Ministerio de Salud no sólo sería rector en su sector sino también en el sector social y lucha contra la pobreza. Esa reorientación quebró el consenso inicial obtenido en el sector social: la mayoría de las y los funcionarios del recientemente creado Viceministerio de Desarrollo Social no estuvieron de acuerdo con la perspectiva, e incluso se negaron a integrarse en la estructura del Ministerio de Salud.
Por otra parte, la propuesta conceptual de alojar definitivamente la rectoría del sector social en el Ministerio de Salud, que iba a ser presentada públicamente en el año 2009 no llegó a efectuarse, porque cuando esta propuesta fue presentada previamente al Gobierno no obtuvo el consenso de sus colegas de gabinete. La idea de utilizar la importancia que adquieren los condicionantes sociales de la salud, como argumento para hacerse cargo del sector social no constituyó un predicamento sólido. Como se dijo en ese entonces: no hay que confundir el peso de los condicionantes sociales en el mejoramiento de la salud, con una visión sanitaria de lo social que lleve a la conducción directa de la lucha contra la pobreza desde el Ministerio de Salud.
No obstante, la Ministra encargó a la Dirección de Planificación de la institución, la elaboración del Plan Nacional de Salud y Lucha contra la Pobreza. El resultado es un Plan con siete objetivos que no es consistente con las urgencias actuales del sector salud ni con las que corresponden a la lucha contra la pobreza. Es cierto que este Plan se elaboró antes de que cuestiones, como la gripe H1N1, aparecieran en todo su esplendor. Pero incluso eso da muestras de la dificultad que presenta para mirar agudamente los cambios que aparecen en el horizonte como amenazas de salud.
En este Plan de siete objetivos, hay uno referido al uso racional del medioambiente, otro a la ampliación de la oferta educativa, otro más sobre el desarrollo de capacidades productivas y un cuarto sobre el desarrollo de la infraestructura vial. Si se tiene en cuanta que el último refiere a mejorar la coordinación interinstitucional e intersectorial, quedan dos objetivos directamente referidos al sector salud: garantizar el acceso con equidad a los servicios de salud (OG. 3) y fortalecer valores normas, comportamientos, actitudes y habilidades para crear una cultura de cuidado individual y colectivo (OG.1).
No hay duda de que el medioambiente, la oferta educativa, la generación de ingresos o la infraestructura vial guardan relación con el mejoramiento de la salud. Pero resulta evidente que la relevancia que estas materias deben tener en un Plan Nacional del Ministerio de Salud, debe corresponder al hecho de que no son competencias directas de este Ministerio, entre otras razones porque eso sería discutir la competencia normativa que tienen el Ministerio del Ambiente, de Educación, de Trabajo y Economía o el Ministerio de Obras Públicas y Transportes.
Por el contrario, un Plan Nacional del Ministerio de Salud debería centrarse mucho más en las materias de su directa competencia, mencionado las otras temáticas en el campo de la coordinación con los Ministerios competentes. Desde luego, a nadie se le escapa que la expansión disfuncional que presenta el actual Plan Nacional guarda relación con el hecho de asumir también la rectoría del sector social y de lucha contra la pobreza.
Del lado opuesto, la evaluación de MIDEPLAN señala que el Ministerio de Salud no esta pudiendo con todas las metas previstas en el PND original. Pues bien, si el trabajo ya es suficiente en su sector, hay que pensar que el horizonte de salud no es precisamente tranquilo ni previsible. El caso de la H1N1 es simplemente una pequeña muestra del cambio epidemiológico que se avecina. Si es cierto que el Ministerio de Salud quiere apuntar a la prevención, su principal tarea consiste en ver por delante de nuestro aquí y ahora para prevenir los nuevos vectores y afecciones que nos llegarán, porque nuestro globo terráqueo esta bastante revuelto y todo indica que lo estará más con el cambio climático, etc. ¿Cómo es posible que sobre esta función principal de tipo preventivo, el Plan Nacional no refleje nada sustantivo?
La conclusión es evidente: las energías y recursos del Ministerio de Salud deben volver a concentrarse en su propio sector, para que pueda sacar la gruesa tarea que tiene, mayor aun si se esfuerza en mirar al futuro. Ello significa sacar de inmediato del Ministerio de Salud la rectoría del sector social, algo que sería beneficioso para ambos sectores (Salud y Lucha contra la Pobreza). El nuevo Gobierno debe contribuir poderosamente a organizar de forma estable el sector social y a sanear la situación creada en el Ministerio de Salud, para que su reorganización institucional le permita cumplir las metas previstas en el nuevo programa de gobierno, así como fortalecer su rectoría en el sector salud con una mirada consiste y previsora.
Tomado de acá.
3 comentarios:
La verdad, bastante ténico y un poco críptico, para un editorial.
Sobre el asunto de las consultorías y la reestructuración, siguen haciendo bulla sin concretar nada. La verdad, ya se barrunta una oposición medio "ideológica" (baste decir que se han empleado epítetos como "neoliberal" o "tecnocrática" contra la susodicha reestructuración).
Ahora, revisando el informe de MIDEPLAN en la página 44 hay un cuadro (cuadro 4) donde se comparan los sectores y el estado de las metas del período. Como cada sector tiene diferente cantidad de metas, los absolutos son irrelevantes y hay que sopesar los porcentajes relativos. En "Avance Satisfactorio" Salud tiene un 48.57% de las metas, por encima de Educación (46,56%), Financiero (40%) e Infraestructura y Transportes (41,67%). Por el otro lado, en "Atraso Crítico" tiene un 14,29%, otra vez mejor que Transportes (20,83%) y Financiero (15%). Educación no tiene en este estado, PERO tiene un 37,78% como "No aplica" (o sea, ni siquiera tienen datos). Así que el "farol rojo" creo que deberían disputarlo entre Educación, Transportes y Financiero...
También me pregunto si cada sector establece las metas con la misma "ambición", o quién se las "revisa" porque seguramente habrá algunas más difíciles de cumplir que otras, y hacer una simple comparación numérica para decir que tal o cual sector es el más "incumplido" resulta injusto...
Habría que hilar más delgado para determinar si realmente el recargo del sector social en doña María Luisa está afectando el desempeño del Ministerio o el otro sector (comparando, por ejemplo, antes y después de este recargo). En todo caso, prefiero tener una ministra que no se agacha ni sale con excusas, coordinando el sector social que otro Zumbando...
Saneamiento es poco....creo que ya Laura Chinchilla abrio los ojos y viene ministro nuevo de salud....Gracias a Dios!!
Los que se ha conocido no es ni un 20% de lo que debería saberse...
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