jueves, octubre 28, 2010

La derrota de un sueño


Este es como un estracto de un articulo publicado en el Diario Universal de Mexico, es muy interesante, espero lo comenten, abajo les dejo el link para que lo lean completo.

Querían ser policías, maestros, deportistas,profesionistas. Hoy son amas de casa, narcos. O huyen de la violencia

Miércoles 27 de octubre de 2010 Alejandro Suversa/ Enviado | El Universal

SIERRA DE SINALOA. En 1998, subí a lo más alto de la sierra de Sinaloa donde la mayoría de la población se dedica a sembrar marihuana y amapola. Las niñas y niños de una escuela primaria respondieron dos preguntas: ¿Qué quieres ser de grande? y ¿qué hace falta en tu comunidad? Los 75 estudiantes de segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto año pusieron su respuestas en una hoja.

Algunas niñas dijeron que querían ser doctoras y enfermeras para curar a la gente y para aliviar a sus familias. Maestras para enseñar a los niños a leer y escribir. Licenciadas para escribir frente a una computadora o para ayudar a sus padres porque decían que ellos no tenían dinero para comprarles ropa, zapatos y todo lo necesario.

Los niños escribieron que querían ser licenciados para ver las cosas más importantes y para ser ricos. Karatecas para saltar y romper ladrillos. Boxeadores para ser como el sinaloense Julio César Chávez. Judiciales, soldados, policías federales para aprender a tirar con armas de fuego y atrapar delincuentes. Ministerios Públicos para sacar a los que están encarcelados sin culpa y sin delito. Uno de ellos, quería ser ganadero para tener muchas vacas y hacer mucho queso porque estaba caro. Albañiles y arquitectos para mejorar su comunidad. Muchos querían ser pilotos para viajar por todo el mundo y llevar gente. Uno dijo que quería ser piloto, pero le daba miedo. “ A ver si no me caigo”, escribió.

La realidad era que más de 20 varones escribieron que querían ser pilotos porque veían aterrizar a las avionetas en las pistas clandestinas que bajan por la droga. Hoy hace doce años después regresé para ver qué había pasado con esa generación infantil. En qué se habían convertido y cuáles beneficios habían llegado a su comunidad. Esta es la historia de un pueblo en la sierra de Sinaloa y de esos niños que ahora tienen entre 18 y 22 años de edad.

Amapola para Estados Unidos

En la comunidad de esos niños, que ahora son jóvenes, coinciden la falta de otras opciones de vida, el atraso y la siembra de enervantes, pero un hombre que vive aquí desde hace 90 años tiene una explicación y memoria y lucidez inaudita. Dice que el gobierno de México, en el periodo del presidente Manuel Ávila Camacho (1939-1945), dio permiso al gobierno de Estados Unidos de utilizar esta zona para la producción de amapola y goma para producir heroína y enviarla a los soldados estadounidenses que combatían en la Segunda Guerra Mundial. “El gobierno de Estados Unidos buscó y halló esta zona propicia para la producción de la amapola y después de mariguana”, dice el viejo que lleva un paliacate sudado de varios días alrededor del cuello y un sombrero empolvado ya casi sin forma. No se lo inventó. Diversos documentos de esa época y especialistas del narcotráfico, como Luis Astorga, han hablado acerca de ese fenómeno.

Cualquiera puede pensar que este tipo de siembras hace ricos a los habitantes de la sierra, pero la realidad no es así. “Es como si sembraras frijol o cualquier otro tipo de semilla, pero seguimos siendo campesinos. Lo único es que te da para mantenerte todo el año”, me dijo un serrano.

De este pueblo salen dos tipos de sembradores. Los que junto con su padre, juntan un poco de dinero y siembran un pedazo de marihuana o amapola. Y los que --como dice, uno de los pocos hombres más letrados de la comunidad-- juntan dinero, invierten en la siembra, cosechan, se compran un rifle y después se van más arriba de la sierra para unirse a cuadrillas enormes que defienden los sembradíos más grandes con AR-15 y AK-47, así sea contra el Ejército o la Marina. O también contra grupos rivales que intentan robar la mercancía madura o cosechada.

“Aquí se siembra maíz y fríjol sólo para comer. Si se tiene una vaquita, se mata para comer o se vende para invertir... porque la mayoría depende de la otra siembra (la de la marihuana o amapola) para sobrevivir”, dice el hombre, quien alguna vez participó en el aserradero que hace algunos años funcionó en esta zona hasta que una empresa privada terminó de saquear la madera.

“El problema principal es que la mayoría de la gente, de la plebada (jóvenes), no sabe hacer otra cosa, aquí no hay nadie que se dedique a la hortaliza, no hay quien sepa hacer muebles, cepillar una tabla, reparar una llanta, no saben mecánica. Algunos se van y estudian, pero por falta de dinero a los pocos meses regresan a seguir sembrando porque a pesar de todas las cosas que vivimos, aquí se está mejor, por lo menos tiene uno para comer”, dice un maestro de secundaria.

Sin preparación y sin ayuda

“Poquito que ninguno de los jóvenes tiene la visión de prepararse y poquito que el gobierno no ayuda. Aquí se podrían hacer muchas cosas, se puede sembrar maíz, cebolla, chile verde, se pueden aprovechar el durazno, la manzana, la ciruela de España, el chabacano. La solución sería poner alternativas, instrucción de parte del gobierno sobre técnicas agropecuarias, enseñar a la gente a trabajar, poner una carretera para sacar lo productos porque así toda la ganancia se va en transporte y la gasolina”, dice el hombre. “A los jóvenes se les hace muy fácil irse para el barranco a sembrar...el muchacho siembra, cosecha, se compra un carro, un rifle. Nos ganó ese asunto, hasta ahí vamos, ese es nuestro presente, eso es lo que tenemos ahorita, y como no ven otra cosa, se nos replicó todo. Quizá lo pudimos haber manejado desde mucho más atrás, pero no se pudo”, dice un lugareño. Otro sembrador pone las cosas en claro. “La gente piensa que somos ricos, pero si alguien de nuestra familia se enferma, tenemos que pedir prestado, cuando empiezas la siembra tenemos que pedir prestado y cuando cosechas sale uno a tablas. Si todo el dinero fuera para nosotros qué chulada. Es delito pues, pero el mismo gobierno (Ejército o Marina) te deja trabajar, si te cachan con el sembradío nada más te dan una regañada y te corren pa’la casa”.

Casi nada ha cambiado

Hace 12 años, las niñas y niños escribieron que en su comunidad querían agua potable, luz eléctrica, drenaje, una fábrica de trabajo, teléfono público, una cancha de deportiva. Pedían calles de pavimento o por lo menos una avenida, más transporte, un hospital, edificios como los de la ciudad, un departamento limpio y bonito, un mercado, una ferretería, restaurantes, farmacias, ambulancias, bomberos, una secundaria o telesecundaria para cuando salieran de sexto año, una preparatoria, más maestros y que no faltaran a clase. Que se reunieran los adultos del pueblo para cambiar la comunidad, que fueran más unidos y que no se destruyeran unos a otros.

Lo único que se cumplió fue la construcción de la secundaria que fue hecha por la comunidad. Es octubre de 2010 y cuando estuve allá arriba volví a hacer las mismas preguntas. La nueva generación de niñas y niños pidieron otra vez luz eléctrica, agua potable, pavimento. También casas de dos pisos o edificios, piso en su escuela y computadoras. Muchas niñas pusieron que querían ser maestras, doctoras y licenciadas. Varios niños, soldados de la marina para tumbar la marihuana y policías, pero nuevamente aparecieron los que tienen la intención de ser pilotos.


La derrota de un sueño

2 comentarios:

Amorexia. dijo...

Excelente post, un articulo verdaderamente desgarrador, yo siempre he creído que la esperanza de la gente es lo más bajo que puede llegar a quitarseles.
Estos pueblos sin intereses economicos para los politicos son sub gobernados por los capos de la droga, y se vuelven los marginados de una guerra invisible, que todos van perdiendo.

Terox dijo...

De verdad que es triste...

Curioso que el único avance (la secundaria) la lograron por ellos mismos... ¿no les dice algo?