No cabe duda que El Sanatorio ha sido todo un fenómeno del cual se puede discutir largo y tendido. Por un lado es un buen y osado giro a todo lo que se ha visto hasta ahora en el cine tico, mejorando la calidad de la comedia criolla, perdida desde hacia buen rato y que sus pocos exponentes como “Asesinato en el Meneo” no dejaban buen gusto al espectador por carecer de aquella chispa autóctona del lenguaje cotidiano o por que las actuaciones eran tan rígidas que alejaban a la carcajada, por otro lado, las películas de terror se habían desviado por elementos alejados del género colocándolos en dramas absurdos y moralistas como fue en caso de “La Segua” (1984) o simplemente apelando a un miedo de paquete que le faltó fuerzo en su postulado como “En donde duerme el horror” (2009).
El Sanatorio es una película inocente, pero, llegó para robarse mil sonrisas y sustos de espectadores que han sido maltratados a lo largo de muchos años con dramas impositivos y moralistas que le decían al tico cómo debía o no comportarse, olvidando de ante mano el principio inicial del cine, entretener.
El Sanatorio, desde su propuesta básica, no busca generar polémica social, o de alentar algún cambio de las condiciones del individuo en su cotidianidad, por el contrario, solo busca llevarle al tico un poco de fantasía en medio de toda esa realidad que los periódicos nos venden con titulares amarillistas. Una sonrisa vale más que mil palabras.
Las actuaciones son bastante naturales y convincentes, en algunos momentos incluso se exageran algunas expresiones para resaltar la propia ironía de la escena y ayudando a recordar al espectador con ello que es solamente una película, esto es un juego fascinante que al final hace que el observador se sienta identificado por medio del lenguaje, buscando dentro del mismo “cliché” acomodar al personaje tico.
La película inicia un toque lenta, sin embargo, le necesidad de enseñar a los personajes está en razón del beneficio del mismo espectador, uno agradece poder identificar claramente a cada persona con su papel en la cinta, Luis Carlos Bogantes y Pablo Masis, son los presentadores iniciales quienes nos guían por los primeros minutos en este mundo, luego, ellos se hacen a un lado para permitir que el resto de los caracteres refleje su propia luz. Con ello debo resaltar a Kurt Dyer a quien vemos como el típico mae de la esquina, todos conocemos a una persona así. Lulú fue la más malita de los histriones, le faltó soltura, el teatro tiene que sacárselo con cincel y martillo de la actuación en la pantalla dorada, seguido de María Oreamuno, a la primera le faltó naturalidad y a la segunda un poco más de comicidad, algo que luego, en las escenas de terror se compensa, Pablo Masis va por buen camino, ya él es cómico reconocido en las redes sociales, un plus que le da una ventaja por encima de los demás actores, el resto de los actores interpretan bien sus personajes, no brillan tanto como Kurt o como Masis, pero tienen sus momentos. Un personaje que merece un rubro aparte es el del actor Olger Ignacio Gonzales, quien interpreta a un odioso productor, muy convincente y que creo que se me pareció a alguien en sus arranques de arrogancia.
El guión, es difícil hablar de él sin conocer de cine, pues a diferencia de lo que se cree no es un falso documental, no es una película de terror, no es un video cómico, es un mix bastante osado para nuestras tierras, algo que ya se ha presentado en películas de alto presupuesto como “Distrito 9” donde el guión documental se abre para toparse con la ficción en una mezcla de géneros, buscando aquellos elementos de lo absurdo encontrados en “F for Fake” y manejando nuevas perspectivas como en el caso de “Troll Hunters”, manosean rompimientos de la cuarta cortina, algo usado en el cine europeo o en series de televisión como The Office, solo he visto otra película tica donde el guión es tan temerario como visionario y es en la “Región Perdida”, pero a diferencia de la primera la segunda no fue tan bien recibida por el público y sin embargo podría apostar que sin esa película el tico promedio no se hubiera dado cuenta de las posibilidades que un buen guión puede hacer, son guiones fuera de la cotidianidad costarricense, bastante revolucionarios pues estamos acostumbrados a la historia lineal de tres actos, de principio, intermedio y fin, y que en realidad son apuestas dentro de todo lo establecido. Me parece interesante ver como Miguel Gómez y su co escritor Antonio Chamu juegan en todo momento con una premisa, el guión como un gran chiste, donde el “punch line” es el final. Es un guión revolucionario, diferente, un anti guión, por así decirlo, parte de la nueva ola de propuestas europeas, y me gustó mucho, y la gente lo ha recibido bastante bien, algo de agua fresca a las historias rígidas a las que se nos acostumbran tener. Empezamos con la creación, o revisión, del mito de El Sanatorio, mientras avanzamos entre los detalles que generan toda esta historia detrás de los eventos que han ocurrido en el Sanatorio Duran, luego, la historia da un giro para presentarnos a El Sanatorio como un personaje, tiene vida, ruidos, historia y muchas características, los personajes en este punto se vuelven invasores del edificio y como si fuera un ser vivo al ser invadido El Sanatorio se defiende. La historia también nos suelta pequeños elementos azarosos para que cada persona construya aquella información que necesita y entender lo que podría estar pasando: los sacerdotes, la historia de las agujas, las abejas, los perros, minúsculos detalles para ir creando toda una nueva mitología y que al final todo se amalgama en un final aterrador como inesperado. Hay aspectos flojos en el guión, pues no todo es perfecto, por ejemplo la escena donde la investigadora se topa con el niño fantasma al llegar al Sanatorio se filmó viendo al piso, algo imperdonable, y algunos diálogos vacios en la primera parte de la película. Sin embargo, el final es puro oro, yo personalmente salí lleno de adrenalina con tan inesperado evento, muy satisfecho.
Los efectos especiales, son algo que creo que entrará en la historia del cine de Costa Rica, la película anterior a esta con mayor cantidad de efectos visuales fue “Del amor y otros demonios” los cuales se usaron como matices y para resaltar detalles de la trama, pero, para efectos visuales nada mejor que las películas de terror, acción o fantasía, El Sanatorio los concentra hacia el final, donde están todos colocados de forma bastante natural, y en base al presupuesto, creíbles. Agujas voladoras, personajes levantados del piso, piel que estalla frente a la cámara, personajes arrastrados. Es una montaña rusa, pero todos concentrados y bien usados en lo que a su creación se refieren.
Sobre la dirección, Gómez es un director joven, bastante talentoso y que sabe cómo moverse con bajos presupuestos, pienso cómo sería El Sanatorio con el doble o triple de los 60 mil dólares que costó esta producción y esa idea me da escalofríos. Miguel sabe el lenguaje que le gusta a la gente, tanto en el léxico como en lo visual, pocos recuerdan que Peter Jackson, inició con películas de este corte, comedias negras y de monstruos, no hago la comparación entre ambos, lo que quiero decir es que no sabemos qué caja de Pandora se esté abriendo. Pero a Gómez le falta bastante por recorrer, hay cosas que debe aun pulir y tratar, pero por ahora se le da el beneficio de la duda por ser su segunda película, esta es mejor y esa es la idea, crecer, algo que este director ha aprendido. Solo el hecho de apostar por poner una película en cines, y de género, ya es digno de aplaudir más que de criticar.
Sobre la crítica.
Costa Rica ha tenido solamente 17 películas hasta el día de hoy, en su mayoría dramas sociales, por lo que comparar cualquiera de ellas con una cinta de género (comedia/terror/documental) es arto estúpido como arrogante, la mayoría de los que se dicen llamar críticos buscan y leen otras críticas especializadas en inglés de las películas que nos llegan del norte, resumen, redactan y hacen sus comentarios, algo que les facilita el trabajo, pero, cuando les llega una cinta que se sale de lo convencional, y al no existir medida de comparación no saben qué decir o qué hacer con ella.
Esta cinta ha sido bien recibida por el público, las redes sociales están hablando constantemente de El Sanatorio, con más de 5 mil comentarios positivos y hasta el día de hoy con un poco más de 11 mil miembros. Y la crítica de los medios, o la ama o la odia. Pero eso siempre ha pasado con un tipo de cine atrevido y novedoso.
En mi parecer es una película que entretiene, sin pretensiones de mayor cosa, busca sacar una sonrisa en el espectador y recordarles por qué somos ticos y por qué amamos nuestra tierra, mostrándonos una caricatura de todos nosotros aglutinada entre todos los personajes, es fresca, amena y sin desear cambiarnos el estilo de vida. Cumple el primer postulado del cine: entretener. La he visto ya 3 veces, y me parece que a pesar de los puntos bajos tiene más elementos positivos y de que rescatar. Película que recomiendo mucho, especialmente a las nuevas generaciones que le tienen miedo a hacer cine y a la gente común para recordar la simpleza de la belleza de soñar.
1 comentario:
Yo recuerdo que hace mucho tiempo le oí decir a un actor brasileño (creo, o portugués), que venía con una compañía al FIA: "El teatro puede ser cualquier cosa menos aburrido".
Creo que lo mismo se puede aplicar al cine.
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