La noche del 24 de diciembre colocaba con suma alegría e ilusión el zapato medio sucio de lodo con la cartita de los deseos dentro, un plato con galletas y un vaso con leche para Santa y cada 25 de diciembre en la mañana era lo mismo: El zapato, el vaso y el plato vacío, la cartita desaparecida y los deseos, incumplidos.
La Nochebuena de 1998 sabía que sería la última, pues tenía ya la edad límite para recibir regalos. Había ahorrado algunos pesos de la venta diaria de periódicos que hacía en la esquina de Isidro Fabela con Industria Automotriz. Ese día compré una lata de galletas, de esas que llaman danesas, que según dicen son de mantequilla. He de admitir que el sabor es muy bueno para alguien que sólo ha comido barritas y galletas de animalitos. Me zampé casi tres cuartos de lata, sentado en una jardinera, junto a una cancha de basketball, bajo uno de los puentes de la Avenida Tollocan. El resto lo guardé para esa noche.
Llegué a casa a las 8 de la noche. No. En esa casa no había cena de Navidad, ni regalos para intercambiar, ni buenos deseos o abrazos de felicitación. En esa casa no había alegría, ni adornos, ni luces, ni arbolito. Sólo había caras tristes y demacradas. Caras y manos rojas por el frío que se colaba por las ventanas sin vidrios en aquel cuartucho de medio patio.
Preparé mi cartita, el plato con las galletas danesas sobrantes, el vaso con leche rebajada y el zapato, aún lodoso. Lo coloqué todo junto al cajón que hacía las veces de sofá y me fui a dormir.
Un grito de horror, histérico, me sacó de mis sueños. Me enderecé de golpe en la cama y recordé. Abandoné la cama y me vestí con calma. Del otro lado del pedazo de trapo que separaba a la recámara de la sala se oían susurros alterados de "¿qué vamos a hacer?, ¿cómo lo vamos a explicar?" Salí de la recámara y vi, despatarrado grotescamente frente al 'sofá', el enorme cuerpo del maldito panzón que me había arruinado la única noche en que se suponía debía tener alegría. Lo vi, me acerqué, le pegué un par de veces con la punta del pie para comprobar que no se movía.
Le miré triunfante, pensando "así que aquí yaces, estúpido gordo, en MI sala, bajo MIS condiciones. Ocho años de espera inútil, de desilusiones acumuladas, de rencores que colmaron el buche." Un año de mucho idear, de portarme mal, de hacer todo lo contrario a lo que la razón y las buenas maneras dictan dieron fruto en una sola noche. En esa noche.
Tomé la carta que tenía a medio desdoblar en la mano y leí lo que le había escrito unas horas antes y que él probablemente apenas habías comenzado a leer, tal vez con suma indiferencia, mientras se zambutía las galletas que le había dejado. Vi que sólo había dejado un par en el plato. La carta decía lo siguiente:
"Santa:
Te dejo unas galletas rellenas de potente raticida y un vaso con cianuro diluído en la ración de leche rebajada que tomo de vez al mes. Espero que te aproveche, gordo tragón."
Seguí viéndole, con odio, pensando en que así era como operaba: Comía, leía, se reía y se largaba. Bonita manera de tratar a sus pequeños clientes. Sólo me habría gustado verle retorcerse, pero... la verdad es que tenía demasiado sueño como para contemplarle. Yo sí hacía mi trabajo.
¿Has oído eso de que el que ríe al último ríe mejor, maldito obeso de porquería? ¡¡Feliz Navidad, idiota!!
¡Jo, jo, jo, jo,jo!
De A. Tomado de el blog, Hedonista Yo?
La Nochebuena de 1998 sabía que sería la última, pues tenía ya la edad límite para recibir regalos. Había ahorrado algunos pesos de la venta diaria de periódicos que hacía en la esquina de Isidro Fabela con Industria Automotriz. Ese día compré una lata de galletas, de esas que llaman danesas, que según dicen son de mantequilla. He de admitir que el sabor es muy bueno para alguien que sólo ha comido barritas y galletas de animalitos. Me zampé casi tres cuartos de lata, sentado en una jardinera, junto a una cancha de basketball, bajo uno de los puentes de la Avenida Tollocan. El resto lo guardé para esa noche.
Llegué a casa a las 8 de la noche. No. En esa casa no había cena de Navidad, ni regalos para intercambiar, ni buenos deseos o abrazos de felicitación. En esa casa no había alegría, ni adornos, ni luces, ni arbolito. Sólo había caras tristes y demacradas. Caras y manos rojas por el frío que se colaba por las ventanas sin vidrios en aquel cuartucho de medio patio.
Preparé mi cartita, el plato con las galletas danesas sobrantes, el vaso con leche rebajada y el zapato, aún lodoso. Lo coloqué todo junto al cajón que hacía las veces de sofá y me fui a dormir.
Un grito de horror, histérico, me sacó de mis sueños. Me enderecé de golpe en la cama y recordé. Abandoné la cama y me vestí con calma. Del otro lado del pedazo de trapo que separaba a la recámara de la sala se oían susurros alterados de "¿qué vamos a hacer?, ¿cómo lo vamos a explicar?" Salí de la recámara y vi, despatarrado grotescamente frente al 'sofá', el enorme cuerpo del maldito panzón que me había arruinado la única noche en que se suponía debía tener alegría. Lo vi, me acerqué, le pegué un par de veces con la punta del pie para comprobar que no se movía.
Le miré triunfante, pensando "así que aquí yaces, estúpido gordo, en MI sala, bajo MIS condiciones. Ocho años de espera inútil, de desilusiones acumuladas, de rencores que colmaron el buche." Un año de mucho idear, de portarme mal, de hacer todo lo contrario a lo que la razón y las buenas maneras dictan dieron fruto en una sola noche. En esa noche.
Tomé la carta que tenía a medio desdoblar en la mano y leí lo que le había escrito unas horas antes y que él probablemente apenas habías comenzado a leer, tal vez con suma indiferencia, mientras se zambutía las galletas que le había dejado. Vi que sólo había dejado un par en el plato. La carta decía lo siguiente:
"Santa:
Te dejo unas galletas rellenas de potente raticida y un vaso con cianuro diluído en la ración de leche rebajada que tomo de vez al mes. Espero que te aproveche, gordo tragón."
Seguí viéndole, con odio, pensando en que así era como operaba: Comía, leía, se reía y se largaba. Bonita manera de tratar a sus pequeños clientes. Sólo me habría gustado verle retorcerse, pero... la verdad es que tenía demasiado sueño como para contemplarle. Yo sí hacía mi trabajo.
¿Has oído eso de que el que ríe al último ríe mejor, maldito obeso de porquería? ¡¡Feliz Navidad, idiota!!
¡Jo, jo, jo, jo,jo!
De A. Tomado de el blog, Hedonista Yo?
8 comentarios:
Que guacho!!!!
Yo tambièn le odio
Què hace ese viejo gordo y sobre abrigado en nuestra vidas?
En mi casa de niña nacìa el Niño Jesùs...y era TAN simple!!!!!
Nos decìan que era bueno y nos cuidaba
y en los zapatitos habìa una chucherìa que nos llenaba el alma.
ERAMOS TAN JÒVENES!!!!!!
Esa es una navidad negra. Todas las interpretaciones son válidas.
Buena sacada de clavo!
Feliz Navidad para los que creen en eso... y en otros idiomas.
África:Geseende Kerfees en 'n gelukkige nuwe jaar.
Albania: Gëzuar Krishlindjet Vitin e Ri!.
Alemania: Fröhliche Weihnachten.
Armenia: Shenoraavor Nor Dari yev Pari Gaghand.
Asturias: Bones Navidaes & Gayoleru anu nuevu!.
Bélgica: Zalige Kertfeest.
Brasil: Feliz Natal.
Bulgaria: Tchestito Rojdestvo Hristovo, Tchestita Koleda.
Cataluña: Bon Nadal i un Bon Any Nou.
China: Sheng Tan Kuai Loh (mandarín) Gun Tso Sun Tan'Gung Haw Sun(cantonés).
Corea: Sung Tan Chuk Ha.
Croacia: Sretan Bozic.
Dinamarca: Glaedelig Jul.
Egipto: Colo sana wintom tiebeen.
Eslovenia: Srecen Bozic.
Esperanto: Gajan Kristnaskon & Bonan Novjaron
Hispanoamérica: Felices Pascuas, Feliz Navidad.
Estados Unidos de América (y países de habla inglesa): Merry Christmas - Happy New Year.
Hebreo: Mo'adim Lesimkha.
Inglaterra (también para países de habla inglesa): Happy Christmas.
Finlandia: Hauskaa Joulua.
Francia: Joyeux Noel.
Gales: Nadolig Llawen.
Galicia: Bo Nadal e Bo Ani Novo.
Gaélico: Nollaig Chridheil Agus Bliadhna Mhath ùr.
Grecia: Eftihismena Christougenna.
Holanda: Hartelijke Kerstroeten.
Hebreo: Mo'adim Lesimkha.
Hungria: Kellemes karácsonyi ünnepeket és Boldog újévet!.
Indonesia: Selamat Hari Natal & Selamat Tahun Baru.
Iraq: Idah Saidan Wa Sanah Jadidah.
Irlanda: Nodlig mhaith chugnat.
Italia: Buon Natale.
Japón: Shinnen Omedeto.
Latín: Pax hominibus bonae voluntatis.
Lituania: Linksmu Kaledu ir laimingu Nauju metu.
Luxemburgo: Schéi Krëschtdeeg an e Schéint Néi Joer.
Para los que NO creemos, pero que nos gusta cualquier excusa para la fiesta...Feliz navidad... o solsticio de verano... o Hanuka o lo que celebren...
Cualquier excusa para celebrar este dia...
http://es.wikipedia.org/wiki/25_de_diciembre
Feliz Navidad y que estén de lo mejor, regalo en mi blog.
jejeje, buenísimo el cuento!!
la verdad es q santa "me cae gordo"..
Que vara mas oscura jejejej
Feliz Navidad Conejos!!! Un abrazo grande
Es mejor atenerse al "Niño" como antes... (por lo menos, no hay que dejarle galletas).
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