viernes, julio 17, 2009

20 años después.

Aquella mañana del domingo 16 de julio de 1989 parecía una mañana normal, pero no era así. Eran apenas las 5 a.m. aproximadamente y ya en el sector suroeste de San José, concretamente en La Sabana, algo hacía notar que pasaba algo diferente, había un gran movimiento de gente en pos de una ilusión.

Cerca de ahí, en un hotel, nos encontrábamos un grupo de personas con la convicción de hacer realidad esa ilusión. Serían ya las 7 a.m. y en el Estadio Nacional no cabía un aficionado más. Todos seguíamos de cerca por la televisión tal acontecimiento, nunca dicho reducto había mostrado para un evento deportivo igual ambiente que erizaba la piel el solo pensar en poder participar en lo que se jugaba esa mañana.

El día anterior ya sabíamos quiénes participarían en esa fiesta, yo no era uno de ellos. Pero Dios no había movido todavía sus fichas y tenía una sorpresa para todos. Ese domingo Evaristo Coronado, jugador designado con méritos de sobra para estar ahí, amaneció con una contractura muscular que le impedía poder participar.
Había que estar en la última charla técnica a las 8 a.m. en un salón del hotel. Se tenía que tomar una decisión: ¿Quién sustituiría a Evaristo y que pudiera dar la misma confianza a todo el equipo… a todo el país? Es tal vez el momento más impresionante en toda mi vida.
Cuando don Marvin dice mi nombre se da un gran silencio en aquel salón e inmediatamente se escucha un fuerte aplauso de apoyo por todos los demás compañeros. Hacía apenas unos minutos estaba planeando dónde vería el partido y en cuestión de segundos pasaba a ser un protagonista más del mismo.
Corría el minuto 10 del segundo tiempo y el marcador continuaba 0-0 acompañado de una gran presión porque ganar era necesario. Me cometen una falta al costado derecho del ataque nuestro, frente a gradería de sombra. Cuando “Leoni” Flores viene a ejecutar el tiro libre nos topamos en la cancha y le indico que me la dé al primer palo.

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Veo el balón venir, el defensor salvadoreño se desequilibra en el movimiento de desmarque que le hago y logro, con toda la libertad que necesitaba, dar el mejor salto de mi vida… Gooooool de Costa Rica.
Jamás olvidaré el rugido de ese Estadio, tampoco el fuerte abrazo de mis compañeros y la emoción que a todos nos embargaba en ese momento.
Pero faltaba otro momento aún más emocionante… cuando el señor árbitro recoge el balón e indica que el partido había terminado la fiesta apenas se iniciaba. Costa Rica a una Copa Mundial por primera vez. Todo el país celebraba, la gente en la calle no dejaba transitar los vehículos, las personas se abrazaban.
Yo no podía contener el llanto de la alegría y emoción que sentía. ¿Qué podía estar sintiendo mi familia, mis padres, mis humildes padres? Su hijo junto a un grupo de compañeros estaba dándole a este país la alegría deportiva más grande en toda la historia.
Era el sueño de todo futbolista hecho realidad y ya me imaginaba que lo había logrado y que nadie podría impedírmelo… Participaría por primera vez en un mundial de fútbol.

Pero otra vez Dios no había movido sus fichas y luego de hacerme sentir en la gloria me daría otra sorpresa. Reconozco que no estaba preparado para recibirla.
Cuando se dio la convocatoria de los seleccionados para poder participar en el Mundial de Fútbol de Italia 90 y yo no estaba incluido sentí la desilusión más grande que jamás había sentido.
Me estaban arrancando un sueño del cual me creía merecedor, al igual que Evaristo, “Leoni”, Enrique Díaz, Carlos Mario Hidalgo, Álvaro Solano y Gilberto Rhoden, excluidos también de tal mérito.
Traté de continuar más tiempo en el fútbol y volver a encontrar esa alegría que da este juego y me mantuve jugando por tres temporadas más. No lo logré.
Mi rendimiento como futbolista ya no interesaba a los grandes equipos y no encontraba en este deporte la motivación y los medios económicos para solventar las necesidades que ameritaba mi familia.
Tomé la decisión y me retiré silenciosamente a los 28 años. Nadie lo notó. Mi paso por el fútbol de la Primera División sería de apenas cinco temporadas: dos con C.S. Cartaginés, dos con L.D. Alajuelense y una con A.D. San Carlos.

Luego de tomar esta decisión se dieron cinco años aproximadamente en los que no sentía ningún interés por saber de fútbol y muchos años más sintiendo un gran resentimiento hacia todas las partes involucradas en nuestro fútbol.
A tal punto que me molestaba que alguien me hablara de este deporte o me recordara lo sucedido aquel 16 de julio de 1989. Mi familia debió soportar hasta donde pudo mi mal genio y mis constantes cambios de carácter por falta de capacidad para saber asimilar ese golpe que yo no podía aceptar.
Los años fueron pasando y Dios empezó a moldearme otra vez. Él quería esto para mí pero yo no entendía su propósito en ese momento. Mi egoísmo humano y mi falta de humildad solo me permitían ver mi yo herido.
Empecé mi etapa de asimilación trabajando con niños porque sentía una extraña sensación de transmitir mis experiencias como futbolista. Inmediatamente me di cuenta de que tenía el don de la empatía con ellos y esto me empezó a gustar y a encauzar nuevamente en los caminos del fútbol.
Me preocupé por recibir cursos como entrenador que me ayudaran a poder llegar a ser más fácil de entender mis ideas futbolísticas para ellos. De la mano de esta nueva experiencia también fue cambiando mi carácter y forma de digerir la vida.
Empecé a aceptar con agrado las muestras de cariño de los aficionados que sin importar su edad, sexo, nivel social o religión me expresaban cuando me reconocían y hacían mención de aquella clasificación.

Dios no ha terminado de moldearme y sé que Él sigue moviendo las fichas, pero hoy he querido dar este testimonio porque ahora entiendo mejor lo que Él quería y le doy gracias por haberme usado como instrumento en ese momento para darle tal alegría a todo un país.
Me doy cuenta de ello cuando no importa en qué parte de este país me encuentre, se me acerca algún señor o señora, solo o con algún hijo o nieto, y me expresa esa muestra de agradecimiento y cariño, orgulloso de conocer a la persona que junto a un grupo de jóvenes una vez les llenó de felicidad.
También sé que lo hacen cuando identifican a alguno de mis hijos y le brindan un afecto especial. A los que he tenido la oportunidad de contestarles esa pregunta que siempre me hacen: ¿Qué sintió cuando hizo ese gol?, ¿Qué sintió cuando no lo llevaron al mundial? les agradezco su cariño y su muestra sincera de solidaridad. Para los que no, aquí les dejo mi testimonio y agradecimiento también.
Hoy ese acontecimiento deportivo e histórico cumple 20 años. Estamos a poco tiempo de volver a vivir una clasificación a otro mundial, para mi familia tiene un carácter especial por la participación de mi hermano Freddy Fernández, el cual nos llena de orgullo, y damos gracias a Dios porque mis padres están todavía con nosotros y pueden disfrutar de esta alegría nuevamente.
Es por todo lo anterior que he querido hacer público este agradecimiento a cada una de las personas que tanto tiempo después me siguen manifestando su cariño y aprecio. ¡Gracias por su apoyo, que me ayudó a seguir adelante”.
Actualmente sigo ligado al fútbol como entrenador, lo disfruto y lo hago con aquella misma alegría de aquel futbolista de 25 años. Soy feliz y agradecido con Dios. No lo hubiera logrado sin la ayuda de Él y el cariño de cada uno de ustedes como aficionados al fútbol.
Es por todo esto que les digo que ningún premio económico, carro u otro dado en aquel entonces puede tener más significado para ser alguno que el cariño de todos ustedes.
Dios nunca se equivoca. Gracias por siempre a cada uno de ustedes y los llene de bendiciones, pueblo de Costa Rica. ¡Que viva el fútbol!

PASTOR FERNANDEZ ex-jugador de futbol.

4 comentarios:

Pablo Vargas dijo...

Era muy joven para recordar ese gol, recuerdo todo lo sucedido en Italia 90, pero no lo que paso en el 89, sin embargo siempre he querido conocer a Pastor Fernandez, su historia es increible, quizas uno de los actos de mayor injusticia de nuestro futbol.

Lo comparo a un hecho insolito como hubiera sido el dejar fuera a Chope, Medford o Fonseca del mundial del 2002 cuando aportaron los goles para la clasificacion.

El futbol es injusto y paso del tiempo aun mas, no hay duda de eso. Leer su historia hace que se estremezca el corazon.

Saludos!

Unknown dijo...

Exc testimonio. Todo lo que nos pasa en esta vida tiene una justificacion. Lo que hoy parece malo (o bueno) ma;ana puede verse de forma inversa. Debemos ser humildes y tratar de sacar el mejor provecho a cada una de nuestras experiencias.

Anónimo dijo...

Que historia y las tipicas ironias de la vida, bueno o malo solo dependen de las circusntancias del momento, lo cual puede dejar pensando a muchos sobre la eternidad del cangrejo.

Salu2 de MEGAPRIMO.

Anónimo dijo...

yo lo vi, yo lo vi, y fui feliz, hoy Dios muestra que EL es quien nos conoce y sabe lo que necesitamos... Bendiciones Pastor, gracias por hacerme feliz en el cole!!!